24 nov 2005

Función del intelectual en el ecosistema cultural

Comen cultura, cagan cultura.
¿Quién es más funcional al sistema?

Hipnótica cultura que uniformiza al son de una onda sinusoidal. El beat sincroniza tu cabeza. La sincroniza con los cientos que la escuchan. La gente salta, oscila, se sacude al son de lo predecible.
Canción de cuna para los hijos del ciberespacio.Estructura fractal que insinúa los secretos de la vida y del universo. Todo batiendo al pulso de un corazón electrónico.
Los transistores ven pasar electrones, el circuito integrado ve pasar masas de electrones. El chip mastica más electrones por segundo que estrellas dentro de esta galaxia. El circuito impreso oscila al ritmo de un universo de partículas fluyendo. La motherboard emana de sí más electrones que galaxias en muchos eones a la redonda mientras uno pestañea. Todo se junta en un software que manda la información de vuelta a un ritmo igual de vertiginoso pero en sentido inverso y con un orden humano.
Todo se junta, como en un embudo, en órdenes cada vez más simples, fragmentando cada vez más la información hasta convertirla en una secuencia de números. Los números tienen dentro sí su destino marcado. Cada número se dirige a un lugar dentro de ese universo, primero a aquel lugar de la motherboard, desde allí hasta aquel circuito impreso. Desde allí hasta aquel chip. Y desde allí hasta aquel circuito integrado, desde allí hasta aquel transistor y desde ahí a la salida de audio. Y desde ahí a un aparato que multiplica el tamaño por mil (volumen) y el contenido lo divide por un millón (información). Desde allí a un parlante. Desde allí al oído. Desde el oído al cerebro. En todo ese proceso, la información se divide por mil en su tamaño (voltaje) y se multiplica por un millón en contenido.
El recorrido es millones de veces más complejo, porque esta otra máquina procesa todo en paralelo, con más unidades interconectadas que estrellas posibles en este universo, recorriendo un laberinto más grande que este universo, mutiplicándose por millones, que forman cientos de miles de patrones que evocan decenas de miles de estados vitales posibles, que impactan sobre centenas de conglomerados neuronales, que activan una decena de áreas que al juntarse hacen que desde la cabeza vaya al teclado y del teclado a la entrada del teclado y desde allí hasta ese transistor que se ve allá.
Una vuelta y no cojo más.

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