Estábamos en Punta del Diablo y Alejo, con cinco años, caminaba hacia el auto con Mariana. Con cara de deslumbrado por un universo que se expandía de forma exponencial en los últimos meses, Alejo no paraba de absorber información.
En un momento se para y le pregunta a Mariana:
- Mamá, ¿las cosas del mundo existen de verdad o están solo en mi cabeza?
Mariana, fascinada al presenciar un atisbo de angustia existencial con un primer ataque de solipsismo en la mente de un niño, entiende de qué va la pregunta y le dice:
- Las cosas son de verdad. Y yo también estoy aquí.
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